Conviene no usar los mismos champús y productos que usamos nosotros para nuestras mascotas.
Ocurre a menudo que muchas personas no saben si los productos y champús que usamos los seres humanos pueden aplicarse a nuestras mascotas. Lo cierto es que no debería ser así por una serie de razones que trataremos de explicar.
Lo primero que debemos saber es que nuestra piel y la del perro es muy diferente.
Su PH es diferente, su anatomía es diferente (por ejemplo el perro NO suda, no transpira como sí hacemos los humanos), su grosor es diferente, el funcionamiento de las glándulas sebáceas es distinto, su equilibrio lípido y de la flora bacteriana es mucho más importante para su salud, es mucho más vulnerable a infecciones bacterianas o víricas que la piel de los humanos, está mucho más expuesta a las agresiones medioambientales, a la agresión de parásitos externos: pulgas, garrapatas, etc. Su función en la salud del animal, en resumen, es mucho más relevante que la de la piel en los humanos.
La piel del perro, al estar expuesta al exterior, sin mayor protección que su propia anatomía, tiende a ensuciarse más. Numerosas razas cuentan con subpelo, hacen mudas periódicas, son atacadas por parásitos externos e internos. En la piel humana eso no sucede.
Otra gran diferencia es el enjuague. Cuando tratas de limpiar a un perro, se sacude, se mueve y eso provoca que el lavado no sea del todo perfecto. Esto hace que, para la higiene de la mascota, tengamos que usar productos lo más inocuos posibles, y si fuese posible (recomendable del todo), basados en productos naturales y de origen vegetal.
Lógicamente los productos destinados para la limpieza y acondicionamiento del pelo y la piel del animal deben tener en cuenta esas diferencias. Por norma general, los productos, sobre todo de higiene, de uso humano NO están formulados para su uso en perros.